Parqués macizos entarimados.
Conocidos como entarimados, son suelos de madera natural y por lo tanto parqués, adheridos al soporte
mediante fijación mecánica o en sistema flotante. Se encuentran regulados por la UNE-EN 13226. Su
empleo generalizado data del s. XVI. Se presentan en forma de lamas o tablas (longitud
muy superior a su anchura y ésta a su espesor) o en forma de tablones (anchura
y espesor superiores a los de la tabla). Las dimensiones mínimas de las lamas son:
18 mm de grosor, 40 mm de anchura y 1000 mm de longitud.
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Grosor parquet (mm)
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Separación máxima rastreles
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17 ± 2
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35
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22 ± 2
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45
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> 24
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En función del formato
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Se nivelan determinando un plano de asiento absolutamente horizontal y
se anclan al soporte mediante distintos procedimientos de acuerdo a la planitud
y características del mismo. Los sistemas de fijación al soporte se clasifican
en secos y húmedos.
Los secos se realizan
por tres procedimientos: atornillado sobre taco, pegados o clavados por
impacto. En los húmedos el rastrel se puede recibir de forma continua,
apoyándolo sobre cama de mortero de cemento en toda su longitud o de forma
discontinua, es decir, el rastrel se asienta sobre pelladas de pasta de yeso. En
el sistema húmedo el rastrel se prepara con clavos laterales en forma de aspillas
a cada 40 cm aproximadamente, al objeto de asegurar la sujeción del mismo. Resulta
conveniente practicar cortes transversales en la contra-cara de los rastreles
hasta la mitad de su grosor, (cada 70 ± 20 cm) para atenuar o evitar las
torceduras o movimientos y para mejorar su asentamiento en la pasta o mortero.
En el recibido discontinuo se puede complementar el asiento con espuma de
poliuretano y de igual forma se puede proceder en los sistemas secos que precisen
cuñas para su nivelación. Cuando la base es muy irregular o se requiera una
elevación del pavimento, se pueden utilizar reguladores de altura (plots) para
la nivelación y asiento de rastreles.
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Las maderas más utilizadas en la elaboración de las lamas y parqués en general son: frondosas de zonas templadas (abedul, arce, roble, castaño, eucalipto, haya, nogal, cerezo, etc.), coníferas (cedro, pino melis, alerce, pino tea y abeto) y también frondosas de zonas tropicales (bubinga, cumarú,
doussié, ukola, elondo, merbau, mongoy, sucupira, teka, wengé, iroko, jatoba e ipé). Las
coníferas deberán tener una densidad superior a 450 kg/m3.
Existe también la posibilidad de fijar las lamas al
enrastrelado por medio de adhesivos que garanticen su unión y elasticidad a lo
largo del tiempo. Una variedad de entarimados es aquella en la cual los
rastreles no se solidarizan con el soporte base, se conocen como entarimados
flotantes, en este caso, las lamas se ensamblan y encolan entre sí.
Las lamas de madera machihembradas se deben encolar entre ellas por la
cara superior de los cajeados o en sistemas flotantes específicos usar grapas
ocultas que garanticen el movimiento uniforme del pavimento.
En la actualidad existen sistemas de unión tipo clic para
instalaciones flotantes que no requieren de un encolado entre lamas ni de
ningún otro tipo de cohesión entre ellas.
Cuando las lamas estén provistas de acabado previo (de
acuerdo con el sistema de montaje empleado), la instalación finaliza con la
colocación del rodapié, no necesariamente de madera. En el supuesto de carecer
de acabado previo, se procederá al acuchillado si resultara necesario, al
lijado y posterior protección, ya sea a base de barnices o ceras.
Al tratarse de un entarimado macizo se puede someter a
reiteradas intervenciones de renovación cuando su deterioro así lo aconseje. El
proceso consiste en acuchillar toda la superficie mediante maquinaria
específica para ello, retirándose el barniz y una mínima parte de la madera o
sólo lijado de grano grueso para levantar exclusivamente el barniz, a
continuación se lija y emplastecen los desperfectos tales como grietas,
arañazos y oquedades, utilizando para ello una mezcla de polvo de serrín y
resina de poliuretano u otros productos (acetatos de polivinilo) existentes en
el mercado. Posteriormente se vuelve a lijar la superficie, tantas veces como
sea necesario, cada vez con un grano de abrasión menor, hasta finalizar con un
pulido de lija de grano muy fino. Para finalizar se aplica una mano de
imprimación y tres manos de barniz con pulidos intermedios (resinas de
ureaformaldehído, poliuretano al disolvente, poliuretano al agua y acrílicos).
Es un material cálido y natural que proporciona al
ambiente una nota elegante, noble y confortable. Al existir tan amplia gama de
maderas apropiadas y tonalidades, encaja con multitud de estilos decorativos.
Es agradable al tacto y al tránsito.
El mayor de los inconvenientes deriva de su propia
naturaleza. Los cambios de humedad ambiental provocarán cambios dimensionales
en el entarimado que propiciarán la aparición de fisuras en las lamas y posible
separación de sus juntas. Así pues,
deben evitarse también encharcamientos en el pavimento y excesos de agua en su
limpieza. Aunque las maderas recomendadas son las de mayor densidad, su
resistencia al rayado y al impacto es considerablemente menor que en otros
materiales. Están por tanto indicadas para un tránsito doméstico o comercial
moderado. No es aconsejable su instalación cuando se disponga calefacción por
suelo radiante.
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